¿Cómo “escoger” un buen libro de Derecho para leer?

Jorge Luis Borges decía: “que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mi me enorgullece las que he leído”.
 
Si la lectura es tan importante, incluso más que escribir, entonces es trascendental saber escoger los textos que leeremos.
 
En nuestros días la información circula por diversos medios, hay una sobreabundancia de información, pero al mismo tiempo se advierte una abrumadora ausencia de calidad.
 
Cada quien escribe como quiere, cada quien construye sus ideas y las propaga en revistas, libros, blogs, muros, y un lago etc. Por ello en este universo de ideas sueltas que divagan en la búsqueda de un lector, debemos de aprender a seleccionar, clasificar y desechar la información.
 
Se dice que todo libro es bueno, personalmente, creo que no, y por una sencilla e irreversible razón: el tiempo. Entre el trabajo, los estudios, la familia y otras actividades, el tiempo para tomar un libro entre las manos, según se incrementen nuestras obligaciones y compromisos, será cada vez más corto o demandaran mayores sacrificios, por ejemplo dormir menos horas. Por ello, ese pequeño espacio de tiempo tiene que ser aprovechado para incrementar nuestro conocimiento, y ello solo puede ser así, si el libro que está frente a nuestros ojos es un “buen libro”.
 
Bajo este contexto, surge la necesidad de escoger el libro que queremos leer.
 
En lo que sigue, sugiero algunas pautas que nos podrían ayudar a dar con un buen libro:
 
Lo primero que hay que hacer es preguntarnos: ¿Qué tipo de libro queremos leer? ¿Por qué queremos leerlo? Es decir, es importante delimitar el tipo de libro, si buscamos un libro sobre cuestiones prácticas, un manual o un tratado, un libro de teoría o filosofía del derecho, etc.
 
Luego, es trascendente revisar algunos datos sobre el libro: ¿Te gusta el titulo? ¿Has oído algo sobre el autor? ¿Conoces la editorial, que referencias tiene sobre ella? El titulo de un libro es la puerta de ingreso al resto del texto, pues a partir de él podemos formarnos una idea sobre el contenido. Indagar sobre el autor es también forzoso: ¿Escribió otros libros? ¿Dónde estudio? ¿Quién hace el prologo del libro? ¿El autor suele ser citado?
 
En nuestros días una persona puede pagar para que su libro sea publicado por una editorial, por tanto, es bueno indagar acerca de los libros que publica esta empresa.
 
El siguiente paso, que podría anteponerse a los dos anteriores, es pedir ayuda a nuestros profesores o a quien creemos que nos podría orientar. Este paso requiere de verdaderos “profesores”, no de los nominales, ante la ausencia de éstos, hagamos uso del Internet y preguntemos a docentes de otras universidades, para ello tenemos en el E-mail y el Facebook, entre otros, a las mejores herramientas.
 
Se dice que todo entra por los ojos, los libros no son la excepción, es importante el aspecto del libro, tiene buena edición, como está la diagramación, es un libro agradable a la vista. Te invita a leerlo. Pero, no hay que olvidar que todo lo que brilla no necesariamente es oro. Las apariencias engañan, y los libros no son ajenos a las apariencias.
 
Cierto día cenando con dos profesores de derecho de una de las mejores universidades de nuestro país, allá por el año 2006, los escuche clasificar la doctrina del derecho civil en el Perú en: doctrina mayor y doctrina menor. En aquel momento me quede perplejo, pues muchos de los nombres que se clasificaban como doctrina menor, eran los autores de los libros que había leído.
 
Desde aquella ocasión quedo grabado en mi memoria dicha clasificación, y con el tiempo, fui dándoles la razón, pues hay libros que verdaderamente te enseñan y ayudan a incrementar tus conocimientos y otros que solo te hacen perder el tiempo. Por ello creo que la clasificación de la que hablaba, no sólo es aplicable al derecho civil.
 
El derecho se aprende leyendo, si esa afirmación es cierta, entonces hay que saber que leer.

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